2 dic 2008

¿Y tú, miras para el lugar correcto?


Hola :)
En primer lugar, como ya sabréis, este domingo empezó el Adviento.
En una de las últimas reuniones, estuvimos hablando de los tiempos de Dios. De como había tiempo para reir, para soñar, para llorar, para amar...
Ahora es tiempo de cambio: vamos a aprovechar estos días para plantearnos de verdad aquellas cosas que debemos cambiar de nosotros mismos para recibir a Dios. Y recuerdo ese reloj de Adviento que me enseñaron el año pasado que expliqué aquí y que como me fue bastante bien, este año repetiré. :)

Por otra parte, cuando Lolo volvió de su viaje a Israel, le pedí que si escribía una reflexión y me dejaba, quería subirla aquí para compartirla con vosotros. Hoy me la ha mandado y me ha dado mucho que pensar, y además es que es preciosa..Así que ahí va:

La peregrinación empieza hoy….

Así empezó el discurso de despedida que nos dio Leonardo (nuestro guía) en mi viaje a Israel. Y no podía llevar más razón. Aquello te cambia la forma de ver las cosas. Pero seguramente no de la forma que esperas.

Es muy difícil explicar con palabras como es aquello. Existen cientos de lugares en los que ocurrieron hechos evangélicos. Algunos con localización exacta, otros que según la tradición se ubican en un sitio (es decir, que si no fue allí, fue cien metros a la izquierda) y otros que no se tiene restos, pero se sabe la zona geográfica). He visitado el primado de Pedro, el monte donde Jesús dijo las Bienaventuranzas, he paseado en barco por el mar donde Jesús caminó entre las aguas, el Gólgota, el santo sepulcro, la dormición de María, he renovado las promesas bautismales en el Jordán, he estado en Belén…

Quizás en este punto, alguien piense (como pensaba yo antes de ir a Israel) que entrar en esos lugares debía ser algo mágico. Que iba a sentir allí con más fuerza que nunca la presencia de Dios, que me iba a dar un vuelco el corazón al ver esos lugares, que iba a tener una de esas experiencias de fe que tanto nos gustan para las oraciones… que equivocado estaba!! No niego la espectacularidad de los lugares santos. Muchas veces, incluso te quedabas sin aliento al ver algunas cosas. Pero existe un problema. Está demasiado expuesto en plan turístico. Hay miles de personas como tú por allí dando vueltas. Miles de personas haciendo fotos. Miles de personas hablando. Miles de personas que quieren tocar la misma piedra que quieres tocar tu… y sólo tienes un minuto para ello! No niego que si me hubiesen dejado orar 15 minutos en el santo sepulcro, lo más seguro es que os estuviese contando ahora mismo lo profunda y sentida de esa oración. Pero fue entrar, ver la piedra donde reposaba el cuerpo de Jesús y salir (no llegó al minuto, os lo prometo). Así en casi todos los lugares.

Os contaré como estaba estructurado el viaje. Llegas a un sitio, buscas un lugar de los alrededores medianamente tranquilo, os reunís con el grupo, leéis el evangelio relacionado con ese sitio, el guía da una pequeña charla/catequesis explicando el evangelio y lo relacionado con el sitio, entras en el sitio para verlo y sacar fotos y corriendo te vuelves para el bus para ir al siguiente lugar.

Os preguntareis… ¿y entonces? ¿No te ha servido de nada el viaje? Todo lo contrario. Pero no de la forma que esperaba. Y lo peor, es que no me di cuenta hasta que llegué a Málaga…

Si os fijáis en la estructura que os he dicho del viaje, veréis que nos tirábamos mucho tiempo en el autobús. Marchando de un lugar a otro. Pues bien, yo me iba al fondo del autobús, me sentaba solo y me dedicaba a mirar el paisaje por la ventana. Allí, en la tranquilidad de un rinconcito del autobús, es donde he podido reflexionar, pensar y sentir a Dios. Es en ese sitio donde con tiempo y tranquilidad, reflexionaba sobre el pasaje del evangelio y el lugar visitado. Donde maduraba la palabra de Dios. Por eso, ahora que estoy de vuelta, es cuando empieza la peregrinación. Cada vez que voy a misa y escucho el evangelio, soy capaz de vivirlo, de recordarlo. El ejemplo que nos pusieron en tierra santa es bastante claro. El evangelio es como una película que no has visto. Te la van contando en misa, semana a semana… y tú la vas imaginando. Pero todo cambia cuando por fin ves esa película. A partir de ese momento, cada vez que te cuentan una escena eres capaz de recordarla en tu mente con todo lujo de detalles. Con el evangelio pasa lo mismo, y creedme cuando os digo que merece la pena ver la película. Aunque existan lugares que te hayan marcado más y otros menos, al final, te gusta. Y es que, si alguien me preguntará que sitio te ha gustado más de tierra santa, seguramente diría Dominus flevi (la foto) o la dormición de María. Pero si alguien me preguntase que lugar te ha marcado más en tu corazón, yo diría mi rinconcito en el autobús. Y es que, si os fijáis, existen muchos lugares mágicos en los que nos sentimos acogidos, en los que sentimos la presencia de Dios. Existen muchos lugares que solo con estar allí, uno nota ese cosquilleo que te eriza los pelillos de la nuca, que se respira lo especial del ambiente. Lugares en los que parece que es hasta difícil no sentir la presencia de Dios… Pero él siempre nos sorprende. Creemos que lo vamos a encontrar en las grandes iglesias, basílicas y catedrales… para luego darnos cuenta, que donde de verdad lo encontramos es en una capilla destrozada y llena de jarapas (Archidona), en 4 piedras mal puestas en forma de foro (navaluenga), mientras cantas una canción rodeada de la gente de los grupos en San Agustín, en la sonrisa de una persona, en mi rinconcito en el autobús o, porque no decirlo… cuando abres el explorer y buscas en favoritos “somos la sal… y la luz”.

Así que, os recomiendo que hagáis una peregrinación a tierra santa, ya que viviréis desde ese momento el evangelio de una manera distinta. Pero si lo que quieres es buscar y encontrar a Dios, no hace falta irse tan lejos… tierra santa es donde vivió Jesús. Donde vive Jesús. Tierra santa es cada uno de esos lugares donde hemos sentido la presencia de Dios. Buscad cada uno ese rinconcito personal y si miráis bien, os encontrareis cara a cara con él. Yo fui tonto porque me tiré mirando por la ventana del autobús toda la semana, para después darme cuenta que Jesús venia sentado en el asiento de al lado. Ahora, la pregunta es… ¿y tú, miras para el lugar correcto?


Por último una cosa más: uno de los últimos comentarios de la entrada anterior era informando de que al final no se había podido subir a la página del colegio el cuadernillo de Adviento, pero podéis descargarlo aquí: http://www.megaupload.com/es/?d=8Q3GSMJH solo teneis que poner en el cuadrito las tres letras mayúsculas que te dice y esperar hasta que ponga "free download".
Tiene mucho material para quien quiera preparar el adviento por su cuenta, buscar una reflexión, un texto o lo que querais :).

Nada más! Suerte con la recta final de los exámenes, que ya nos queda nada! :)
Un beso

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lolo consigue describir maravillosamente lo que otros jamás podremos :)

Este fin de semana vivimos con Tagaste I, 5º y 6º, nuestra primera convivencia. Espero que se me perdone, pero me paré a pensar muy poco en Dios en comparación con otras veces. Estar con los peques es tener ojos todo el rato en ellos.
Pero el Domingo me paré un poco. Me desperté antes y miré cama por cama a los niños... y ver que hay un momento en que todos dormían, sin preocupaciones, y que poco después estarían dando guerra otra mañana más... reconforta. Y seguramente en su inocencia loca es donde Dios se manifieste más.
Seguro que ellos también han probado una gota de Dios, porque estan locos... :D

Un abrazo

Anónimo dijo...

:)

Yo creo, que si a mi, alguien me hubiese pedido hace un mes, que escribiera una lista con mis 50 destinos preferidos para ir de viaje, estoy convencido, que Jerusalem no estaría en esa hoja. Pero ahora, después de hablar estos días con Lolo por msn, ver sus fotos y leer esto, creo que he cambiado de opinion y reconozco que me ahora me apetece ir. :)

La verdad que tiene que ser muy interesante, sobre todo para un cristiando, conocer todos esos lugares en primera persona, aunque como bien dices,a la hora de la verdad, uno allí no experimentes la sensación que uno espera, pero yo creo que solo por el hecho de estar ahi...aunque solo sea un minuto, tiene que ser impresionante. Además de que se tiene que aprender muchísimo.
Es más, yo particularmente, después de leer esto, me he quedado con muchas ganas de ir al Santo Sepulcro y tocar la piedra :), aunque solo sea un minuto...(porque lo más cerca que he estado hasta ahora del Sepulcro ha sido paseando por Calle Alcazabilla (:P) )

Y respecto a donde esta Dios, y si miramos hacia el lugar correcto...el otro día me encontré en mi cuarto con un separalibros que regalamos en la misa de Pentecostés de 2007, que ponía

"¿Por qué te busco fuera, si Te llevo dentro?",

y llevais toda la razón, no hay que irse a Israel o al Vaticano para encontrar a Dios, esta mucho más cerca.






Nada más, decir que a partir de ahora habrá que pegarse mucho a Lolo, que después de este viaje ya será todo un erudito (si no lo era antes :P) y seguro que aprenderemos muchas cosas con el.


Ahh! por cierto, que yo no tengo el blog en favoritos! FALLO IMPERDONABLE! así que voy a ponerlo ahora mismo como vosotros! XD



Un abrazo muy fuerte.