Solo os pido que la leaís y le deis alguna vuelta a la cabeza, y después si quereis la compartais abajo :) un beso.
Mientras bajaba esta tarde a abrir los locales para nuestras reuniones y prepararlo todo para esta celebración me he dado cuenta de una cosa, ¡otra vez nos han vuelto a adelantar los del Corte Inglés y esta vez también los del ayuntamiento se han dado más prisa y nos han dejado atrás! Para nosotros está terminando el año litúrgico, eso que a algunos les suena más raro que lo del año nuevo chino, que por lo menos sale en el telediario, y aún ni siquiera hemos comenzado el Adviento cuando ellos ya llevan unos cuantos días de Navidad y parece que están a punto de recibir a los Reyes Magos, aunque estos deben estar bastante lejos todavía, ya que les queda un mes y medio para llegar, si es que llegan este año, que no se yo…
Y la cosa es que parece que nos hemos acostumbrado a vivir por delante, a vivir hoy lo que toca mañana, este año lo que vendrá el próximo, a los diez años como si tuviéramos
Aunque ahora que lo pienso tampoco es eso, ni siquiera vivimos por delante, casi me atrevería a decir que queriendo preparar lo que vendrá nos olvidamos de vivir y nos olvidamos también de lo que vendrá, nos quedamos en los preparativos, en apurarnos para que todo esté a punto para no sé qué evento importante, que se verá eclipsado por no se qué otro acontecimiento que a su vez se nos quedará en nada ante tal otro hecho que para nosotros será histórico… y así se nos va el día, y la semana, el mes… y así se nos ha ido el año y si no paramos nunca así se nos irá la vida.
En fin, que el año se nos va, hoy termina para nosotros el año litúrgico, el año cristiano, nuestro particular entramado de fiestas y diarios, nuestra forma de presentar la vida de Jesús otra vez en 365 días. Y lo culminamos con esta fiesta de Jesucristo Rey del Universo, cuidadito con el nombre que suena como muy solemne, sobre todo si nos imaginamos un rey de los de antes, con corona y espada, y manto y súbditos obedientes y ofrendas y banquetes… porque si nos lo imaginamos como los de hoy se nos queda un poco más descafeinado, ya ni corona, ni espada, ni súbditos ni nada… y ahora con lo del Ikea y la república independiente de tu casa ya mejor ni hablamos…
Pero el reinado de Jesús no es como los de antes, ni como los de ahora, el Reino de un rey que nos llama hermanos y amigos no puede ser de este mundo, al menos si nosotros nos empeñamos en que no lo sea… ese rey es el mismo que tiene las manos manchadas por ponerlas al servicio de los pobres, por dar de comer al hambriento y de comer al sediento, ese rey cuya autoridad viene de estar al servicio de todos, de visitar a los enfermos, acudir a las cárceles, de desvivirse en cada instante por sus iguales, por sus amigos, por sus hermanos. Ese rey que no pretende de nosotros más que estemos dispuestos a ser lo que él fue, el mejor amigo, el mejor hermano de aquellos que en cualquier momento de su vida necesitaron alguien con quien compartir sus penas y sus alegrías, sus miserias y sus riquezas, alguien dispuesto a vivir cada instante sin pensar en cómo preparar mejor el siguiente, alguien dispuesto a darse por entero a diario, alguien dispuesto, en definitiva a vivir la vida y a ser hombre (o mujer, por aquello de la igualdad…) sin guardarse nada en la recámara de la comodidad. Y es que, como decía el otro los hombres son como los besos, que solo existen si se dan…
Y la vida solo es vida si nosotros nos empeñamos en que lo sea, en vivirla, en aprovecharla, para que no se cumpla aquello de que la vida es lo que nos pasa mientras nosotros nos empeñamos en hacer otros planes. La suerte que tenemos nosotros es que en nuestro caso esta cosa tan compleja venía con manual de instrucciones, y cada sábado escuchamos un nuevo capítulo del complejo arte de vivir y llegar a ser alguien para los demás, hoy nos toca darnos cuenta de la importancia de quien tenemos a nuestro lado, del que nos pide ayuda, del que nos grita sin abrir la boca, hoy nos toca pensar si en algún momento nos damos cuenta de que Dios nos llama a entregarnos a Él en cualquiera de los que tenemos cerca, el Evangelio de hoy es uno de esos que se repiten en la cabeza de uno cuando se encuentra de frente con alguien que te necesita, cuando de verdad miras a la cara a ese que te pide de comer, o de beber, o ese otro, más cercano que pide tu compañía, tu cariño, tu comprensión… y en saber aprovechar esos momentos está la vida, y el cielo, porque como dice la canción, “es mentira que muriendo se llegue al cielo, el cielo es para los vivos y sólo se llega viviendo…”
Y en definitiva lo que nosotros queremos es llegar al cielo, con nuestro rey, con ese rey con las manos manchadas que solo nos preguntará ¿viviste? ¿me encontraste? ¿fuiste capaz de hacer algo por tu hermano? En nuestra mano está abrirnos un hueco en su Reino o seguir pensando que está a punto de llegar